Primero que nada, me gustaría aclarar algo: el lenguaje inclusivo me da absolutamente igual, es decir, no lo utilizo, pero tampoco me molesta si alguien más lo hace. Sin embargo, sí he notado que este tema divide opiniones y genera enemistades.
Por un lado, tenemos a los viejos rancios que se niegan a aceptar que el idioma es un animal vivo que por su naturaleza tiende a ir mutando; por el otro, están las nuevas generaciones que se asumen salvadoras del mundo y quieren que todos adopten el estilo de habla/escritura que a ellos les gusta, y ven feo a quienes no comulguen con sus ideas modernillas.
Después de pensarlo mucho, llegué a la conclusión de que el lenguaje inclusivo le cae gordo a mucha gente porque está mal planteado. Afortunadamente, su servidor encontró la forma de hacer al lenguaje inclusivo verdaderamente inclusivo, y con una muy breve modificación: cambiar la letra “e” por la “i” al momento de quitarle el género a las palabras.
Si lo piensan bien emplear la letra “e” no tiene mucho sentido, pues ésta tiende más al género masculino, vamos, hasta la forma de la propia letra es media tosca. Además, un montón de palabras se escuchan raras, por no decir medio feo.
En cambio, para fines inclusivos la letra “i” es mucho más efectiva. Comenzaré mencionando que es la tercera de las cinco vocales, es decir, está en medio (¿captan la analogía?), y estéticamente el símbolo que la representa es muy equilibrado, al estar conformado por una línea y un punto (en el caso de su minúscula).
¡Quihubo!
¿Ya vieron que bonita es la letra “i” para estos menesteres? ¡Ni mandada a hacer!
Finalmente, un tercer punto a favor de este “lenguaji inclusivi” es que se oye más bonito, hasta parece italiano y al emplearlo todos nos escucharíamos más distinguidos. En lugar de “todes”, aplicaría mejor el “todis”; el “elles” pasaría a “ellis”; el “amigues” cambiaría a “amiguis”.
Como el hombre deconstruido que soy le dejo este tesoro a la humanidad, estoy seguro de que si todis abrazaran el lenguaji inclusivi se acabarán las guerras, las faltas de respeto entre lis politiquis y la gente aceptaría, sin ningún tipo de remordimiento, que se saben las canciones de Maná .
Lis quieri muchi, nis estamis leyendi.